jueves, 30 de noviembre de 2006

Personaje de Barrio San Diego:

EL rey de los canallas

Rompiendo las barreras del golpe militar y caracterizado por los nombres de sus tradicionales platos, es que el restaurante “El rincón de los Canallas” fue sacado adelante por don Víctor Painemal. Este conocido personaje ha compartido con distintas personalidades públicas, desde políticos a artistas famosos, quienes han visitado más de una vez este aclamado lugar.

Camila Fuentes B.

Víctor Painemal, más conocido como “El Canalla”, se pasea por los pasillos de su restaurante “El rincón de los canallas”, y lee algunos de los escritos que se encuentran en sus paredes desde hace ya varios años. Rescata uno de ellos que dice” estuve aquí en 1991 y la comida es excelente! Gracias por todo Canalla”, y sonríe tímidamente.

Ya es un hombre mayor, ocupa grandes lentes porque cada vez ve menos y siempre anda con su delantal blanco, ya que éste es su uniforme de trabajo. No le gusta que lo alaben o que reconozcan exacerbadamente lo que ha hecho. Es una persona sencilla, amable, tranquila y esforzada que siempre ha pensando en ir más allá y progresar.

La historia de “El Canalla” se remonta al año 1980, cuando quiso crear un lugar ameno donde las personas pudieran compartir y pasar el rato. No obstante, este lugar fue más grande que su idea, porque por sus ricos e innovadores platos, los que sus nombres son adaptados a la actualidad política, se hizo conocido en distintos lados y ha sido visitado por distintas personalidades públicas. “Han pasado muchas personas por acá. Hasta el ex presidente Frei vino una vez. Fue algo grande, ese día tuve más clientes que nunca”, cuenta Don Víctor “Canalla” Painemal.

Para este hombre emprendedor no todo ha sido perfecto. En el período del gobierno militar su restaurante “El rey del pollo asado” fue incendiado y cuando quiso renovar su patente fue rechazada. Por eso tuvo que elegir otro nombre para su local y eligió “El rincón de los canallas”, el que lo ha llevado a ser tan conocido hoy. Don Víctor exclama que “¡no me iban a quitar el restaurante, no me iban a quitar lo que me ha movido por tantos años!”. Trabajaba clandestinamente y a pesar de que lo allanaron 67 veces, siempre siguió haciendo su labor. Esto era posible porque las personas que concurrían a este lugar lo ayudaban a seguir adelante. Si le quitaban el alcohol, sus “canallas” aportaban con algunas botellas, siempre tuvo el apoyo de quienes eran sus clientes. “Hay algunos que vienen desde hace ya 15 años al restaurante y no se cansan. Tenemos hasta un club, mis más “canallas” tienen una tarjeta que les sirve para descuentos y de vez en cuando para ciertas regalías”, cuenta “El Canalla” sonriendo.

Don Víctor siempre se ha caracterizado por su forma de ser. Es un hombre familiar, que te hace partícipe de su vida. No es avaro con sus logros, siempre comparte tolo lo bueno que le pasa, claro que las cosas malas "prefiero guardarlas, para que molestar al resto si siempre todo puede mejorar”, dice “El Canalla”.

Es por esto que al entrar en su restaurante y sólo con saludarlo se genera confianza y cierta cercanía con el dueño de “El rincón de los Canallas”. Participa en todo momento con sus clientes, de vez en cuando siendo uno más de la mesa. Es una persona innovadora y a pesar de ya ser un hombre mayor (se reserva la edad) está creando cada vez cosas nuevas para mantener su restaurante dando un buen servicio.

Es así como en sus paredes, entre distintas frases, podemos encontrar “No estás sólo Canalla”, lo que caracteriza totalmente la personalidad de don Víctor “Canalla” Painemal.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Pequeños empresarios de bicicletas:

Ocaso del comercio tradicional

El barrio San Diego está cambiando. Las antiguas tiendas que han perdurado por años están desapareciendo y las grandes tiendas y el multicentro se están apoderando del sector.

Camila Fuentes

En el último tiempo la venta de bicicletas y sus repuestos ha disminuido en San Diego. Las dos multitiendas que se impusieron en el barrio, Ripley y La Polar, le han quitado los clientes a los que se han dedicado por mucho tiempo a este trabajo. Las nuevas formas de pago que existen y las distintas bicicletas importadas que son más baratas que las que se arman en el país, hacen que el comercio en este sector vaya en bajada.

Ante este problema Ricardo Fuentes Moraga, empresario dedicado al rubro de las bicicletas, explica los por qué de esta situación y cómo el barrio enfrenta esta situación.

  • Usted ha estado relacionado con el barrio San Diego desde hace años, ¿cuáles son los tipos de comercio que se han destacado y han logrado perdurar?

Este barrio se inició como la necesidad de atender al público de las comunas apartadas de la capital y especialmente a la gente de otras regiones, que lograba encontrar en estas calles la satisfacción de todas sus necesidades de compra. San Diego es característico por los rubros de ventas de libros nuevo y usados, instrumentos musicales, ventas de bicicletas, sastrerías y confección y ropa para el hombre de campo (ropa de huaso).

  • Con respecto al comercio de bicicletas,¿Cuántos años estima que lleva éste?

No me resulta posible precisar el tiempo de esta actividad, pero es posible aventurar que data desde hace más de 40 años, teniendo su época de apogeo en los años '80.

  • Entonces, en su opinión,¿cuál es el comportamiento que ha tenido esta actividad en los últimos años?

Lamentablemente este tipo de negocio es el que más se ha visto afectado con las especialmente las provenientes del Oriente. Lejos de aumentar la competencia por la instalación de nuevos comerciantes, ésta ha disminuido por el cierre obligado de los negocios de los pequeños comerciantes dedicados a este rubro.

  • Recientemente Chile ha suscrito un Tratado de Libre Comercio con China, en su opinión ¿quiénes serán beneficiados y afectados con la firma de éste?

Este acuerdo bilateral de libre comercio con China traerá beneficios sólo a los comerciantes que se dediquen exclusivamente a la comercialización de las bicicletas, de partes y repuestos de las mismas. Sin duda, que los más afectados serán los comerciantes que fabricaban este tipo de productos en Chile, porque sus costos de producción están por sobre el valor del producto importado. En esto hablo con propiedad porque mi padre fue un importante fabricante de bicicletas por más de 25 años, actividad que le fue imposible seguir en la actualidad por no poder competir con el producto importado. Esto significó el cierre de su empresa y el despido de los trabajadores.

  • En el último tiempo han llegado al barrio dos multitiendas , Ripley y la Polar , además el nuevo multicentro Alonso de Ovalle . Ellos utilizan distintos sistemas de pago, como las tarjetas de crédito ¿esto ha creado problemas de ventas para los pequeños comerciantes?

“Sin ninguna duda, es imposible poder competir primero con el precio y plazos de pago que otorgan estos comercios”.

  • Centrándonos en los precios, ¿existe la posibilidad de realizar algunas promociones para poder estar a la altura de los centros comerciales?

Es casi imposible, me explico: en mi negocio nos dedicamos al armado de bicicletas, esto es que compramos las partes y piezas en el mercado nacional, armamos las bicicletas y luego las vendemos. El costo final de un armado de bicicletas es de $32.000, falta aún agregar el costo de embalaje ($3.000). Entonces con estos valores no resulta posible competir con ofertas como las del supermercado Líder que tiene bicicletas a $19.900 y pagadera en cuotas. Si nos adentramos en el tema de la calidad del producto es probable que el nuestro algo superior, pero el consumidor actual prefiere el precio por sobre la calidad.

  • Si los costos de producción están más altos de los de ventas en centros comerciales, ¿qué cree que ocurrirá con el comercio que existe hace años en el barrio?

Su destino en el corto plazo es desaparecer. De lo contrario estarán obligados a cambiar de giro, potenciando aquellos en el que las grandes tiendas no muestren interés, como por ejemplo ventas de repuestos o reparación de bicicletas. Si bien es cierto que hablo como comerciante dedicado al rubro de las bicicletas, el perjuicio que traerá al barrio San Diego la instalación de las grandes casas comerciales afectará prácticamente a todos los rubros, lo que acabará con todas las antiguas tradiciones comerciales que existen en estas calles.

Asesinato en el cuadrilátero

Mafia de Marsellus:

Boxeador asesino desaparecido

Luego de haber matado a su contrincante en el cuadrilátero y ser el principal sospechoso del asesinato de Vincent Vegas, perteneciente a la banda de Marsellus, Butch Coolidge se da a la fuga sin dejar rastros.

Camila Fuentes

Era el último round y debía perder la pelea, pero no fue así. Se dejó llevar por su instinto y orgullo y de un sólo golpe, Butch Coolidge, mató a su adversario.

Sin pensar en las consecuencias que esto le acarrearía se dejó llevar por su instinto y disfrutó de su victoria. Cuando se percató de lo que hizo y de que no podía dar vuelta la página, se alejó rápidamente del cuadrilátero y escapó de su jefe, Marsellus, quien maneja una conocida mafia de la ciudad.

Butch Coolidge llamó rápidamente a su novia y le pidió que tuviera todo listo, para así poder escaparse de los secuaces que trabajaban para Marsellus y que estaban encargados de buscarlo para después matarlo.

Se fue a un lugar donde no lo encontrarían, a un hotel desconocido y alejado de su hogar, donde su novia Fabienne lo esperaba con todas sus pertenencias y objetos personales que él le había encargado.

Cuando Butch decidió tomar un nuevo rumbo en su vida junto a Fabienne y fugarse de la ciudad para seguir adelante, hacer nuevas cosas y por sobre todo alejarse de la mafia, se percató de que le faltaba algo, su reloj.

El reloj era el objeto personal más preciado por Coolidge. Había pertenecido a su papá, quien murió cuando él era un niño.

Es por esto que decide devolverse a su casa, para buscarlo y así poder irse de la ciudad rápidamente. Llegó a su casa en unos minutos, tomó su reloj y se dirigió a la cocina para tomar las panquecas que su novia le había encargado. Estaba tranquilo esperando que éstas se cocinaran cuando de repente aparece Vincent Vega, un hombre de gran confianza de Marsellus, perteneciente también a su banda. Éste estaba esperando a Butch en su casa para matarlo por no haber cumplido con el pedido que su jefe le había encargado, el de perder la pelea. Es así como de un momento a otro y sin pensarlo, agarra Coolidge una ametralladora que estaba en la cocina y lo asesina a sangre fría. Toma sus cosas y se aleja de su casa como si nada hubiese ocurrido. Comienza a manejar en dirección al hotel donde está Fabienne y así poder alejrse de la ciudad.

En el camino ve a Marsellus, su jefe, y lo atropella para que éste no se vengue por la falta que cometió. Luego choca y Marsellus, quien no murió debido al atropellamiento, lo encuentra y lo sigue para poder atraparlo. Butch decide escapar y se esconde en un tienda, a la que Marsellus Wallace entró para atraparlo. Causando distintos disturbios en la tienda aparece el dueño, quien toma medidas y los amarra en una silla. El dueño llama a un amigo policía para que se hiciera cargo de sus rehenes. Los mafiosos, Butch y Marsellus Wallace, fueron observados detenidamente por el policía. Él mando a Wallace a otra sala, donde también se encontraría el dueño de la tienda. El policía, enajenado viola a Marsellus Wallace y lo bliga a realizar acciones que el no quería. Al percatrse de esta situación Butch comienza a desatarse. Al estar libre le pega al hombre que lo vigilaba, toma un gran cuchillo y entra a la sala donde está su jefe. Intercepta al dueño de la tienda y libera a Marsellus. Éste le pide que lo deje matar al policía para vengarse por lo que le hizo.

Al salir de la tienda donde fueron semi torturados, Wallace se dirige a Butch y le dice que el puede ir libre siempre y cuando no dijera nada sobre lo que sucedió.

Butch Coolidge tomó sus cosas junto a su novia y se fugó de la ciudad, donde cometió más de 3 asesinatos y perteneció a una de las bandas mafiosas más importantes de la sociedad.

EL NEGOCIO DE LAS IMPRENTAS

Imprentas en San Diego:

Los desconocidos Rifleros

Llevan años en el rubro de las imprentas y aún no tienen una propia. Tienen variados clientes y a fin de año su ingreso es más de un 20% de lo que ganan los trabajadores legalmente. Los rifleros son astutos y tienen claro con quiénes y dónde hacer su trabajo.

Camila Fuentes

Las imprentas en el barrio San Diego existen hace muchos años. Las que se encuentran entre la calle San Diego y 10 de julio llevan más de 30 años realizando trabajos, en cambio las que están hacia el lado de Alonso de Ovalle sólo llevan unos 8 años en el rubro. Estas imprentas realizan distintos mandados, desde calendarios hasta tarjetas de presentación, según lo que el cliente desee.

Sus ingresos anuales van desde $40 millones hasta unos $60 millones, dependiendo de la trayectoria que lleve la imprenta.

A pesar de los ingresos que obtienen y de los distintos trabajos que hacen, hay otros que se cuelgan de ellos y hacen su labor indirectamente. Estos son los “Rifleros”, quienes tienen o no oficinas y constan con distintos clientes y ganan a veces más que los que son dueños legalmente de una imprenta. Reciben este nombre debido a que los relacionan con los cazadores furtivos, quienes son los que no cuentan con permisos para utilizar armas y de igual forman cazan su presa.

Esteban González trabaja en una de las imprentas ubicadas cerca de Alonso de Ovalle. Tiene 37 años y hace cuatro que trabaja para Sergio Chávez, el dueño del local. Cuenta que por lo menos tres veces por semana son las que aparece un riflero por los pasillos de la galería y que la mayoría de las veces van directamente a una imprenta en particular, porque “puede que tengan un acuerdo o por la cantidad de trabajo el otro les cobra más barato no más”, cuenta Esteban. Agrega que “los rifleros ya saben como manejarse dentro de los distintos locales del rubro, porque hay muchos que no quieren trabajar con ellos. No les gusta que ganen a expensa de otros”. Este es el caso de Sergio Chávez, el dueño del local donde trabaja Esteban, de 45 años y que no está de acuerdo con el modo de operar de estos supuestos dueños de imprentas. Sabe que gracias a ellos es que su ingreso mensual es más alto, pero también sabe que no es fácil fiarse de estos personajes. “No encuentro correcto lo que hacen. Nunca he tenido un acuerdo con los rifleros, sólo hago el trabajo y no pregunto para quién es. Pero uno se da cuenta de si viene por su cuenta o viene a hacer algo que le mandaron”, cuenta Sergio Chávez.

Los “rifleros” llevan operando la misma cantidad de tiempo que existen las imprentas en el barrio San Diego, sólo que en el último período es que se han hecho más conocidos.

Esto ocurre porque ahora algunos de ellos cuentan con oficinas, con contactos y con clientes que confían plenamente en ellos. A pesar de lo poco particular que llega a ser la labor que ellos realizan, no hay ninguna ley que pene lo que hacen. Lo que sí existe es “un problema tributario de la persona que vende más caro el producto, porque no está pagando el impuesto que paga el dueño de una imprenta que está legalizada, o sea la boleta que es autorizada por el fisco. Además, muchos de ellos no cuentan con el permiso para trabajar, por lo que pasan por vendedores ambulantes”, dice Sebastián Garetto, estudiante de quinto año de Derecho de la Universidad de Chile. También cuenta que viendo el código penal lo que más se acerca es el delito de recepción, pero eso es en el caso de que el vendedor se haya robado el timbre y luego lo haya vendido, sabiendo el comprador que el objeto es robado.

Contactarse con un “riflero” no es fácil. Esta acción se hace mediante contactos, alguien que tenga la referencia o que le haga cierto tipo de propaganda al encargado del grupo de rifleros. A pesar de dar confianza luego de sus mandados bien realizados, los que trabajan en imprentas en San Diego, como Sergio Chávez, cuentan que no es seguro contactarlos por uno mismo, que no son las mejores personas con las que uno puede hacer negocios, que si uno no es recomendado, mejor no actuar.

Para los que laboran en las imprentas legales es fácil distinguirlos y no confían en ellos, por lo que recomiendan mantenerse alejado de los “rifleros” y de sus servicios, no para que los de las imprentas ganen más, sino que “para no relacionarse con este tipo de gente, que parece mafiosa”, dice Sergio Chávez.

A veces actúan solos, pero la mayoría de ellos lo hace en conjunto, “porque así pueden hacer más encargos y rápidamente”, cuenta John Villegas, quien es dueño de un servicio de fotomecánica. Este trabajo consiste en hacer las matrices que necesitan las imprentas para trabajar, o sea los moldes para crear distinto tipos de cosas. Cuenta también que “no creo que sea ilegal lo que hacen. Tengo clientes que los conocen y saben como trabajan. Aún así los eligen a ellos para no pegarse el pique de ir tan lejos por más barato. Hay gente que puede pagar más, entonces prefiere éste método”.

Para muchos, el tipo de trabajo que tienen los “rifleros” es ilegal. No obstante, John Villegas cuenta que no lo es, porque muchos de ellos dejan claro desde el principio su modus operandis, y así no hay conflicto. En cambio, cuando no lo hacen, puede que se vea ilegal el asunto, pero en ningún momento lo es. Lo único que John Villegas destaca es el precio que cobran los “rifleros” por lo que hacen, no siendo los protagonistas de la realización del trabajo. Hay veces que pueden cobrar hasta el triple de lo que piden en las imprentas establecidas en San Diego o más bien el doble, dependiendo de lo que haya sido el pedido. Es así como anualmente pueden ganar desde $80 millones hasta unos $95 millones, un 20% más de lo que obtienen los que trabajan legalmente en el barrio.

Es así como los rifleros se hacen con cada mandado más conocidos y obtienen más ingresos. Su labor es tan correcto que las personas que los contrataron siguen realizando el trabajo con ellos, mientras que los que están en las distintas imprentas de San Diego se mantienen muchas veces en el anonimato. “No recomiendo el mandar un trabajo a los rifleros. Es mejor que cada persona lo haga. Puede que ellos sean buenos para esto, pero después de mucho confiar, en cualquier momento los clientes pueden perder”, dice Esteban Gonzáles, trabajador legal en una de las tantas imprentas del barrio San Diego.